Cuando colocamos un implante, la cicatriz de alrededor del mismo tiene una consistencia similar a una membrana que normalmente es de un espesor fino y permite que la prótesis tenga un tacto blando.
Esto lo conocemos como encapsulamiento fisiológico y no da molestias a la paciente al tacto ni dolor.
En algunos casos y debido a algún factor irritante como sangre, contaminación, excesivo movimiento en el postoperatorio inmediato u otros, puede hacer que la cápsula se engruese en fases precoces y cierre el espacio de la prótesis, dando una reducción de la movilidad y un endurecimiento, que puede ser ligero o muy intenso.
En esta fase precoz, en tratamiento inicial será médico y/o fisioterapéutico, resolviéndose la mayoría de los casos.
Estas situaciones, son las menos conocidas por las pacientes pero que siempre tendremos que tener en cuenta a la hora de valorar durante en el primer año postquirúrgico.
Sin embargo, el encapsulamiento tardío es el más conocido por las pacientes ya que requiere tratamiento quirúrgico en la mayoría de los casos. Este ocurre ante el envejecimiento, desgaste o rotura del implante.
En esta situación, el organismo la reconoce la silicona y el implante como un elemento extraño e intenta aislarlo. El sistema inmune no rechaza el implante como tal, pero intenta aislarlo construyendo una cicatriz engrosada alrededor a modo de “cápsula de aislamiento”.
Este tipo de encapsulamiento requerirá el recambio del implante, además de la extracción parcial o completa de la cápsula periprotésica.
En la imagen vemos un caso de encapsulamiento de grado 3 y 4, con más de 10 años de evolución. La paciente tenía implantes mamarios desde hacía 25 años. Le realizamos una capsulectomia total, mastopexia mamria y recambio de implantes.
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